Grandes compañías de telecomunicaciones disponen de este tipo de departamentos desde hace bastante tiempo. No menos cierto es que muchas veces sólo lo utilizan para intentar que sus clientes no se marchen a la competencia, haciéndoles ofertas super-tentadoras, cuando reciben un aviso de portabilidad hacia otra compañía, cuando días o meses atrás, no les habían hecho ni caso.
Pues bien, mi manera de ver un departamento de fidelización, va más allá del mero hecho del mercadeo y la contraoferta, sino más bien a saber utilizar los recursos que disponen las empresas para hacer que un cliente se sienta valorado y comprendido por la empresa en la que en su momento el depositó su confianza. Crear un departamento de fidelización que no intente lograr estos mínimos, es algo que a la larga no nos va a aportar demasiadas cosas positivas.
El departamento de fidelización, debe ofrecer a los clientes ciertos «privilegios» y dar la posibilidad de probar novedades, ofertas de productos, sistemas de puntos, tarjetas regalo… o cualquier servicio que se nos ocurra, pero encaminado a mejorar nuestra relación con el cliente existente.
Cualquier otra intención que no esté basado en esto, es un departamento con una filosofía errónea.
Sobre el autor del artículo
Ll. Bosch
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