Una forma sencilla, rápida y fiable para ver la marcha de la economía de un país es conocer el dato de ventas en el sector de la automoción. En España, la industria del automóvil tiene un peso específico tan importante, que lo que sucede en este sector es el reflejo de la economía en general.
Cuando los tipos de interés son moderadamente bajos, los bancos prestan dinero, las empresas crecen, la gente gana dinero… las ventas de coches suben.
Pues bien, desde hace aproximadamente un año, las ventas van cayendo de forma constante y según ANFAC (Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles), desde marzo hasta día de hoy, la caída ya es libre. Con el agosto como mes récord con un 40%.
Los concesionarios se encuentran ahogados por los propios fabricantes, que les obligan a hacer grandes desembolsos de dinero en publicidad o auto-matriculando coches para llegar a objetivos. Todo ello influye en los precios de la mano de obra de sus talleres o el precio del recambio original y como no, en el sueldo de sus empleados.
Todo esto ha conseguido que más de una cuarta parte de concesionarios estén en venta, que algunos de ellos, ya estén presentando suspensión de pagos y que el sector en general, esté al borde del colapso.
Si además, le unimos que el convenio del metal (al que pertenecen los comerciales de la automoción), tiene uno de los sueldo base más bajos. Pues el futuro de los vendedores de coches está en el filo de la navaja.
Los buenos comerciales se van a otros sectores y va quedando mucho comercial novato al que se le exige mucho y se lo “quema”, comerciales mal preparados, comerciales sin ambición e incluso gente que no es ni comercial. Todo ello, hace que este sector cada vez sea menos atractivo para desarrollar un vendedor su carrera profesional.
Personalmente, espero que el sector se modernice y cree mecanismos para que fabricantes y concesionarios no se machaquen entre ellos, en momentos difíciles.