Está claro, que vender cuando la mayoría de gente no está dispuesta a comprar, no ayuda en nada para conseguir nuestros objetivos. Pero no es menos cierto, que muchos de los comerciales que salen cada día a la calle, no han sido preparados para desarrollar su trabajo en un entorno desfavorable (y no me refiero a la competencia).
Por lo tanto, nos encontramos con un factor que hasta ahora y durante los últimos diez años, muchos no han aplicado: La improvisación.
Por lógica, es fácil deducir que no corren buenos tiempos para la venta, pero también es cierto, que en las épocas de crisis, surgen nuevas oportunidades para todos aquellos que se adaptan, resisten e incluyen en su «manual de ventas» nuevos factores comunicativos.
Personalmente, la improvisación la utilizo siempre. Hablo de la improvisación que nos permite ganar «cintura» en el proceso de venta. Esta improvisación, no debe de ser ni alocada, ni desbocada, ni tampoco hay que dejarlo todo en manos de ella, pero en su justa medida, nos permite en muchas ocasiones, no perder una venta que estaba encasquillada.
Por desgracia, la improvisación, es un factor que no está muy bien visto, pero los tiempos cambian y pronto será un punto importante, además, a muchos clientes les puede llegar a sorprender nuestras iniciativas y nos puede permitir diferenciarnos de los otros comerciales más «estándar».
Recordad que: la improvisación es positiva, pero dosificada en gotas, nunca a chorro y menos aún, dejarlo todo en manos de ella. No hay que ir a lo que salga, pero si que hay que estar preparado para improvisar.
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